Las palabras griegas, que nos han dado tantas raíces, nos prestan a kalós, bello; éidos, imagen; scopéo, observar; para formar el Kaleidoscopio que es cambio, imágenes dinámicas, diferentes, impresiones personales sobre el mundo.








lunes, 31 de mayo de 2010

Un sueño posible

Llego al andén a veinte minutos para las ocho de la mañana. El tren está listo, esperando por los pasajeros que siguen un procedimiento expedito de chequeo de pasajes y equipaje, en una fila que avanza sin problemas. En cinco minutos he pasado el control de seguridad y una persona me indica amablemente cuál es el vagón 19, que me fue asignado el día anterior al comprar el ticket por Internet. Consigo sin problema el asiento, coloco mi maleta en la parte de arriba y me siento en un sillón que resulta mucho más confortable que los asientos de avión, pues el espacio que hay entre una fila y otra permite estirar las piernas de forma cómoda. Hay unas muchachas en la fila de adelante, y una pareja de señores ya mayores a mi lado, conversando. Todo se ve limpio, como nuevo.

A la hora en punto suenan las alarmas, el tren cierra todas las puertas y se prepara para salir, tal como lo indicaba la propaganda de la pagina web: “Puntualidad, comodidad y mejor precio, Red Nacional de Ferrocarriles Españoles RENFE es su alternativa”. En ese momento sentí envidia. Sí, envidia. Porque esto no lo estaba soñando, sino palpando la realidad posible. En unos pocos años, España ha pasado de ser un país del tercer mundo a contar con una infraestructura de las mejores del primer mundo.

Hay, por supuesto, muchos factores que han influido en las posibilidades ciertas que ha tenido España para lograr estos resultados: su inserción en la Unión Europea, los préstamos que obtuvo justamente para modernizar no solo el sector ferroviario sino todos los sectores de la sociedad, el interés de inversionistas privados en acompañar este desarrollo.

Sin embargo, teniendo las mismas oportunidades, o similares, hay sociedades que logran resultados y otras pierden literalmente el tren. ¿Qué es lo que nos hace avanzar en una dirección determinada? ¿Cuáles son los factores que nos permiten aprovechar los recursos e ir mejorando paulatinamente la calidad de vida de los ciudadanos? No podemos decir que España es un país esencialmente diferente a los nuestros. Todo lo contrario, venimos de ahí, de esta cultura, cultura donde ha existido ─y todavía existe─ también la ineficiencia y las corruptelas, donde en este momento de crisis, el gobierno está dando bandazos para lograr definir un camino de salida.

Lo que no podemos dejar de ver es que, en estos cinco lustros, ha habido un avance muy significativo en la construcción de una infraestructura de servicio a los ciudadanos. Hay hospitales públicos de primera, escuelas y universidades que se cuentan entre las mejores de Europa, una red vial de autopistas y carreteras que, junto con la red ferroviaria, cubren todo el territorio. Cada sector tiene en común que ha ejecutado cabalmente un plan que se trazó cuando se recibieron los primeros fondos europeos, y que se ha ido reformulando y modernizando.

En el caso de la red ferroviaria podemos observar como la RENFE, siendo una empresa pública, ha ido modernizando su estilo de gerencia, pasando del clásico modelo de reducir gastos y aumentar la productividad, al saneamiento de la empresa, la identificación de los tramos “altamente deficitarios” y la negociación con las alcaldías correspondientes para mantener el servicio o, en el peor de los casos, cerrar la vía y dar paso a una forma de transporte más eficiente. A finales del 2010, RENFE habrá destinado una inversión global de 5.772 millones de euros a la modernización de la empresa, de los cuales, 4.436 millones habrán sido destinados a la adquisición de nuevos trenes y locomotoras.

Indudablemente los resultados obtenidos demuestran la capacidad de la gerencia pública para alcanzar esas metas de largo plazo. Gerencia que ha tenido como factores de éxito la claridad en los objetivos a lograr, la concertación de los diferentes actores, sean de la tolda política que sea, en la definición de un plan de desarrollo coherente y de largo plazo, la ejecución del mismo con un alto grado de transparencia y de eficiencia al construir las vías y comprar el equipamiento.

Cabe reflexionar sobre nuestro futuro, tanto desde la empresa privada como desde las instituciones públicas. ¿Cuál es ese plan estratégico de desarrollo que deberíamos tener como país, cuál debe ser el rol del estado, cómo vamos a hacer los cambios requeridos? Porque lo que sí tenemos que tener claro es la necesidad de ponernos de acuerdo una visión común, y trabajar duro para lograr hacerla realidad. Porque ser un país desarrollado no es una quimera, es un sueño posible.

29 de mayo de 2010