Las palabras griegas, que nos han dado tantas raíces, nos prestan a kalós, bello; éidos, imagen; scopéo, observar; para formar el Kaleidoscopio que es cambio, imágenes dinámicas, diferentes, impresiones personales sobre el mundo.








jueves, 28 de junio de 2012

Periodismo en tiempos revueltos



A los periodistas en su día

Sostiene Pereira que no es casualidad que yo haya terminado de releer ese libro de Tabucchi que relata su historia justo el día del periodista, o del comunicador social como se le llama ahora, para abarcar todos los medios en los que está involucrada la profesión hoy en día.

Me cuenta Pereira que, cuando él ejercía el periodismo, una nube gris de violencia y represión se cernía sobre Lisboa y sobre todo Portugal.
Cada evento que reseñaba en su columna de sucesos era más triste, más inverosímil, más violento que el otro. El gobierno de Salazar comenzó una censura férrea que lo obligó a esconderse detrás de la página cultural del periódico donde escribía, o mejor dicho, el director de su periódico, aliado del régimen, lo convenció para que se cambiara de sección, borrara su firma de los artículos y así no meterse en problemas con el gobierno.

No era que él hubiese firmado una lista rara en contra del presidente, no, ni tampoco había hecho huelgas, ni marchado por la libertad de expresión o porque las cosas se hicieran con cordura, sin gastos desmesurados, en beneficio de todos los portugueses y no solo de los que estaban a favor del régimen. Tampoco había hecho declaraciones incómodas, ni había entrevistado a personalidades que tenían posiciones críticas, ni había reseñado la situación de las cárceles, o del metro, o de las empresas básicas. Pero era más cómodo pensar que el dictador hacía todo por el bien del país, que las cosas tenían un orden y así debían ser, que el problema era que él, Pereira, ya estaba viejo y los tiempos habían cambiado.

Hasta que la vida tocó su puerta y lo hizo despertar, moverse, repudiar lo que estaba sucediendo. Conoció a un joven de esos que creen en un futuro diferente, que lo sacó de la pasividad del periodismo de oficina y lo obligó a volver a ejercer de cronista, a tomar posición frente a la corrupción, a los desmanes del gobierno, la violencia en las calles, los secuestros, los presos políticos, los cortes de luz, la falta de alimentos.


Pereira retomó su profesión con dignidad, con la fuerza de quien está en lo cierto. Se sentó frente a la máquina de escribir y denunció a los funcionarios con nombre y apellido, no pudo quedarse indiferente. Pero Pereira tuvo que irse del país. No quiso engrosar la lista de desaparecidos o de presos políticos. Eso sí. Lo hizo con la frente en alto, como el que sabe que solo así se puede luchar contra una dictadura: con valentía, con inteligencia y sobre todo, escribiendo con las razones del corazón.

27 de junio de 2012, Día del Periodista