Las palabras griegas, que nos han dado tantas raíces, nos prestan a kalós, bello; éidos, imagen; scopéo, observar; para formar el Kaleidoscopio que es cambio, imágenes dinámicas, diferentes, impresiones personales sobre el mundo.








jueves, 26 de enero de 2017

La marcha de los indoblegables


Esta semana asistí a una marcha que ya es rutina en nuestro devenir como oposición: la marcha del 23 de enero. Allí nos dimos cita los indoblegables: los que no nos cansamos, los que no esperamos una resolución definitiva a la vuelta de la esquina, pero que tampoco queremos ceder el espacio defendido por tantos años.

Haber asistido me confrontó con lo que sucedió el año pasado, con los graves desacuerdos que tengo con las decisiones que se tomaron y con la falta de claridad en el diseño de nuevas estrategias.

Pero como siempre, un año nuevo nos impone ver hacia el futuro y tratar de entender dónde estuvieron los errores para enmendar el curso. Quizá lo que hay que hacer es algo tan aparentemente sencillo como olvidarse de cuotas de poder, de pugnas y pescueceos para tratar de aparecer en el G4, G21 o G33, mientras los problemas del país nos explotan en la cara.

Quizá se trata de volver a poner los pies sobre la tierra y acompañar a las personas en sus necesidades, pero también mostrarles qué hay que hacer, cómo debemos trabajar en conjunto para trazar un camino de cambio posible. Menos redes sociales y más calle, diría yo.

Participar en la marcha del 23 de enero me acercó una vez más a la gente, esa misma que como yo, quiere que las cosas cambien y se resiste a pensar que todo está perdido. El que la marcha de los indoblegables haya sido contundente nos dice que hay un contingente que se puede organizar para ir más allá de los actos políticos, y lograr también un cambio social.

Porque lo inadecuado de las respuestas pasadas no invalida la pregunta, esa gran pregunta que es hacia dónde vamos como país y cómo retomamos la senda del desarrollo.


Angélica Alvaray

25 de enero de 2017