Las palabras griegas, que nos han dado tantas raíces, nos prestan a kalós, bello; éidos, imagen; scopéo, observar; para formar el Kaleidoscopio que es cambio, imágenes dinámicas, diferentes, impresiones personales sobre el mundo.








jueves, 22 de septiembre de 2016

Para que no se nos olvide



Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes,
ese montón de espejos rotos”

Jorge Luis Borges


Esta semana se celebra el Día Mundial del Alzheimer. Para que no se nos olvide la enfermedad del olvido. Para que nos recordemos de toda esa población creciente de seres humanos que pierden la memoria y quedan dependiendo de sus familiares, cuidadores y enfermeros para seguir funcionando hasta que el corazón diga ya no más. O hasta que el cerebro pierda la última de sus funciones: la de mantener la relojería biológica andando.

Cada quien tiene su forma de acompañar a sus enfermos, cada uno va descubriendo qué hacer para que el camino sea más llevadero, para aprender de esta nueva etapa de la vida. Mi hermano tiene una hermosa costumbre todos los años: él se lanza en una caminata para “Acabar con el Alzheimer” (Walk to End Alzheimer), en honor a Gisela. Así convoca a todos nuestros conocidos y nos invita a donar algo pro fondos de la investigación que conduce la Alzheimers Association de Estados Unidos, para seguir buscando las causas y las curas de esta enfermedad.

Como resultado de estas y otras iniciativas en el mundo, hemos comenzando a ver avances, todavía en fase experimental, pero que pudieran en un futuro próximo retardar el deterioro cognitivo, diagnosticar más temprano, incluso hasta recuperar parte de la memoria perdida, como quien busca en el hard drive de una computadora y logra encontrar archivos borrados. Todo este progreso es asombroso y nos llena de esperanza, quizá dentro de una generación podamos dominar o al menos domar un poco el olvido forzado, darle largas.

Yo escribo. Es mi manera de acompañar a mi mamá enferma, de curarme con la palabra, de dejar en un papel la huella de su cariño, de una historia que se nos va, de afirmar mi memoria, de guardar lo poco que queda de la suya. Como bien dice Borges, somos nuestra memoria, lo que hemos hecho y lo que queremos dejar como recuerdo.

Así que quiero aprovechar este Día del Alzheimer para dar gracias a la vida por tener a Gisela todavía con nosotros, pues hoy me enseña dulzura y humildad, me ayuda a poner las cosas en perspectiva, me toma de la mano y me recuerda cuando íbamos juntas, atravesando la universidad por pasillos y puertas, yo sin saber que me mostraba el camino posible, el tesón y la fuerza, esa fuerza que debo encontrar para darle ahora mi mano y seguir aquí, haciendo recuerdos.


Caracas, 21 de septiembre de 2016


viernes, 25 de marzo de 2016

Cultivo una rosa blanca

Ayer escuché el discurso de Obama en el Teatro de La Habana. Los 35 minutos completos. Fue un discurso memorable. Transmitido en cadena nacional de radio y televisión ante un país que no está acostumbrado a que una persona diga lo que piensa.

No todo el mundo sabe lo que es vivir en un encierro como el que ha vivido Cuba por más de 50 años. Lo podemos decir los venezolanos, que llevamos varios años con una represión creciente de la libertad de información. Todavía recuerdo el asombro de mi hijo hace dos años, cuando se transmitió en vivo el famoso diálogo entre el gobierno y la mesa de unidad, que solo duró esa sesión: fue la primera oportunidad que tuvieron los jóvenes del país de ver algo parecido a un debate por televisión.

Así que ver a Obama hablar por la calle del medio en el Teatro de La Habana, en un discurso que fue transmitido en vivo por la televisora nacional cubana, debe haber sido todo un acontecimiento en ese país. Sobre todo porque no se limitó a hacer un discurso político ideológico, sino que realmente aprovechó para hablarle a la gente, al cubano de a pie. 

“Cultivo una rosa blanca”. Obama abrió su discurso con el verso de Martí para subrayar la ofrenda de paz y amistad que hizo el poeta a amigos y enemigos. Se tomó el trabajo de subrayar sus palabras con frases en español perfectamente calculadas: “Creo en el pueblo cubano”, dijo un par de veces en español claro y audible, “El futuro de Cuba tiene que estar en las manos del pueblo cubano” dijo casi al final. Me imagino las caras de asombro, de desconcierto, de emoción, de incomodidad y de alegría, todas esas cosas juntas, en las casas, ante los televisores, en los bares, en las radios, las caras de la gente que estaba presente y que aplaudía con retardo, con el rezago que causaba la espera de la traducción al español, o quizá la búsqueda de aprobación para hacerlo.  Se ve que dudaban darse permiso para mostrar alegría, como sucedió con uno de los presentes que miró a un lado y luego a otro antes de atreverse a aplaudir de pie, cuando Obama señaló que había solicitado al Congreso de Estados Unidos el cese del embargo.
 
Señaló las cosas comunes de ambos países, tanto en su historia como en su presente, sin negar las grandes diferencias entre los gobiernos. Se dio el permiso de decir lo que pensaba, de contar su propia historia que, dentro de todo, ratifica el sueño americano pues él, hijo de un negro de Kenia y una mujer blanca de Kansas, pudo llegar a ser el presidente de la mayor potencia del mundo. Él, un negro en un país donde todavía el racismo hace estragos, donde todavía no se cierran las heridas, logró llegar al tope del poder y salir (como lo hará) con la frente en alto por la tarea bien cumplida.

I know the history, but I refuse to be trapped by it” (Conozco la Historia, pero me niego a dejar que me encierre), nos dice antes de comenzar a enumerar los valores en los que él personalmente cree y practica. Predicar con el ejemplo propio es algo que debemos agradecerle. Podemos o no estar de acuerdo con sus políticas, con sus decisiones (e indecisiones), con su método de búsqueda de consenso hasta en momentos inapropiados, pero no podemos dejar de reconocer su honestidad y la defensa de los valores que enunció en su discurso –igualdad ante la ley, derecho a la educación, salud y vivienda, derecho a la libertad de expresión, a la libertad de culto y a la libre elección del gobierno–, valores que yo en lo personal suscribo ampliamente. Cada vez menos políticos pueden subirse al estrado del mundo y hablar con sinceridad y credibilidad. Como triste ejemplo está Lula, quien se desmorona cada día como la figura que fue, defensora de bastiones de mejora social y que ahora pasa a la larga lista de corruptos y corruptores que abundan en la política de nuestros países.

Obama nos regaló un espacio de la política posible, esa de mirar más arriba de lo mundano y exigirse como individuo la defensa de los valores, de las creencias. No esperar a que el gobierno haga, sino exigir al gobierno lo que debe hacer. Gracias a eso, decía, gracias a las luchas de los ciudadanos norteamericanos, de Martin Luther King y sus predecesores, él era el presidente de los Estados Unidos.

“Creo en el pueblo cubano”, insistió, en español. Porque la gente es la que cambia las sociedades, y mientras la gente no cambie, los gobiernos seguirán haciendo lo que el poder y la ambición les dicte. Yes we can, decía su eslogan en la primera campaña. “Sí se puede”, terminó en español.

discurso de Obama original en inglés, 22.03.16


24 de marzo de 2016

martes, 12 de enero de 2016

Cadenas


Rafael Cadenas nació en Barquisimeto, Venezuela, en 1930. Comenzó a escribir desde muy joven, gracias a lo cuál nos ha regalado seis décadas poesía ejercida con integridad y estoicismo, con valor y humildad, con esa necesidad honesta de ser auténtico, aún cuando la verdad “susurra certezas dolorosas”.

Cadenas es nuestro poeta contemporáneo, nuestro prestidigitador, ese que es capaz de interpretar nuestros sueños y nuestras angustias y plasmarlas en versos punzantes, certeros, nítidos. Pues de eso se trata, los poetas verdaderos se despojan de pieles y quedan sin nacionalidad y sin tiempo, solos en su búsqueda del ser, íntima y a la vez universal. Sus versos asoman certezas, nos llenan de incertidumbres, y a veces, como piedras que caen en un pozo, dejan ondas reverberando en el fondo del alma, despiertan miedos, fantasmas, liberan memorias, abren nuevos caminos.

Todo esto está presente en la obra de Rafael Cadenas, quien recientemente fue galardonado con el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca, al cual optaban este año 43 candidatos de varios países. El premio reconoce la obra de un autor vivo y su aporte a la literatura hispanoamericana. Anteriormente le habían otorgado el Premio Nacional de Literatura en 1985 y Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, en Guadalajara (México) en 2009, entre otros.

Este nuevo reconocimiento nos llena de orgullo y admiración, como amantes de la poesía y como venezolanos, pues sabemos lo difícil que es ser poeta y caminar con la frente en alto, en estos tiempos oscuros.


De libros y otras letras

Transcribo fragmentos de entrevistas a Rafael Cadenas en diversos momentos de su vida, algunos poemas y un artículo sobre su poesía.

¿Para qué sirve la poesía?

Posiblemente para justificarme, confesarme por penitencia, castigarme por mis transgresiones, liberar fuerzas contrarias, en tensión, atemperar la aversión y la estima que por mi siento, habérmelas con la culpa, sacar a flote cargas que e tornan venenosas con el andar de los días, poder caminar todavía con cierto decoro por una ciudad irremediable, conversar conmigo a solas, en la oscuridad, permitirme ser reverente e irreverente también, pues poesía que teme cometer faltas de respeto es poseía mellada, demostrar a mi familia y a unos cuantos amigos que puedo “hacer” algo, dirigirme enclave a una persona para explicarle…nada, buscar entre todos los centros el mío, oír que me llamen poeta, palabra que entre nosotros no significa nada.

Los poetas no convencen. Tampoco vencen. Su papel es otro, ajeno al poder: ser contraste.

La poesía pertenece a lo más íntimo, lo más sagrado, lo más tembloroso del hombre.

El hombre defiende hasta sus últimos reductos la fortaleza del sueño. No quiere despertar y le cuesta desprenderse de lo que es mentira. Pelea hasta el fin por la ilusión. Solo ama al dios bueno que le promete venturas y no quiere enfrentarse con el otro, que le susurra certezas dolorosas. Da todo por aferrarse a los cimientos sobre los que ha construido su vida, porque nada le resulta más aterrador que la vida a la intemperie. De ahí los mil soportes deformantes sobre los que se apoya. Acoger la verdad es en cierto modo retirarse de los brazos acogedores de la madre que prolonga la infancia, de ese regazo donde se duerme el niño-hombre, admitir que se está condenado a la fugacidad.

Poemas Rafael Cadenas

Sola,
insegura,
apremiante
palabra,
casa sin atavío.
Para ella desearía
la fuerza
de los árboles.


As if

Es como si amáramos. Es como si sintiésemos.
Es como si viviéramos.
Esto fatiga. Hasta se ansía un error. Puede que al equivocarse,
                                                            los actores rocen la verdad.

Ars poética 

Que cada palabra lleve lo que dice.
Que sea como el temblor que la sostiene.
Que se mantenga como un latido.

No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa, ni añadir brillos a lo que es.
Esto me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir verdad.
Seamos reales.
Quiero exactitudes aterradoras.
Tiemblo cuando creo que me falsifico. Debo llevar en peso mis palabras. Me poseen tanto como yo a ellas.

Si no veo bien, dime tú, tú que me conoces, mi mentira, señálame la impostura, restriégame la estafa.
Te lo agradeceré, en serio. Enloquezco por corresponderme.
Sé mi ojo, espérame en la noche y divísame, escrútame, sacúdeme.


La casa del lenguaje

Ese silencio es la casa. Allí habitan todos los designios, los deshabitados. El silencio es la única voz que puede habitarse. Casa, albergue, habitación de sombras. Casa donde el balbuceo es la señal para iniciar el ritual poético. Un texto silencioso es un acto de entonación que suscita una terrible tensión interior. Morada de todas las revelaciones, el silencio sucumbe con la primera pronunciación. De un lenguaje a otro. Imbricados, funda la voz que habrá de traducirse en poesía.


Artículos

“La preocupación por la lengua justa, el decir recto es, a mi entender, el legado más apreciable de Cadenas”  expresa Ana Nuño en su artículo “El ars ethica de Rafael Cadenas [1]. “La voz de sus poemas habla para decir la necesidad de una experiencia genuina, para exorcizar imposturas.”


Octubre 2015



[1] http://www.kalathos.com/oct2000/letras/cadenas/cadenas.html