No
hay manera de sacudirse la sensación de que el país se ha embarcado en un rumbo
diferente. Al verse tambaleante, con todas las encuestas en su contra, el
gobierno decidió pisar el acelerador y atacar, destruyendo lo que apenas quedaba
en pie.
En una
misma semana le arrebataron la inmunidad a una diputada para poner en su lugar
un partidario del gobierno y disimular la mayoría que no tienen, con el fin de aprobar
la famosa Ley Habilitante; decidieron que la culpa de la inflación y de la
escasez no son las políticas económicas, ni la corrupción rampante en todas las
instituciones, sino que son los comerciantes. Ordenaron intervenir las tiendas
para vaciar los anaqueles y permitir que la gente se llevara su “regalito”
navideño a precios que nunca volverán.
Es
difícil describir lo que sucede en el país en este momento, mucho menos
entenderlo, analizarlo, sacar alguna conclusión o plantearse estrategias que
tengan algo de sustento. Estamos viviendo una intensidad tal en lo que ocurre,
una exageración en lo que se dice y se hace, un no-puede-ser constante, que uno
cree que ya ha llegado al límite y en la esquina siguiente se quiebra otra
frontera, se rebasa otro tope, se viola otra norma, otra ley.
Lo
único que se me viene a la cabeza para describir la realidad son imágenes de
dibujos animados, quizá porque en los comics los artistas exageran las
emociones y los sucesos, porque reducen la sociedad a dos bandos, los
superhéroes y los malhechores. Así que estamos como en el reino de Scar, el
malo de El Rey León, quien se apropió del cargo a la muerte del rey, nombró a
las hienas de ministros y acabó con las estructuras de la sociedad, quemó la
selva, arruinó la economía y terminó culpando a los súbditos que se oponían a
semejante desastre.
En
el reino de Scar las primeras que se opusieron fueron las leonas, que ante la
escasez de comida y la falta de soluciones se negaron a seguir haciéndole el
juego a las hienas corruptas y a un rey ilegítimo. Sacaron fuerzas y se plantaron
a defender un reino que sabían que podía ser mucho mejor.
Nos
toca a los ciudadanos plantarnos y protestar: protestar por la escasez y la
inseguridad, por la creciente censura a los medios de comunicación, por la
violencia contra los que pensamos diferente, por los abusos de poder que se
siguen consumando no solo desde el Ejecutivo, sino también desde la Asamblea
Nacional y desde el Poder Judicial. Es necesario dar la cara como ciudadanos
amantes del orden y de la paz, pero sobre todo, es necesario salir a votar el 8
de diciembre, como forma de demostrar una vez más, que a pesar de todos los
abusos, somos y seguimos siendo mayoría.
22
de noviembre de 2013