Creo que todos hemos
perdido la cuenta de cuántas elecciones hemos hecho en los últimos quince años.
Lo peor es que en la medida en que hay más elecciones, pareciera que
banalizamos el valor del voto, que pensamos que da igual votar o no, porque o
ganan o hacen trampa, dicen algunos por ahí. Otros critican a los opositores,
que no han sabido hacer esto y aquello, que los otros lo hacen mejor, y un
largo etcétera.
Nos hemos fabricado
una excusa perfecta para desmovilizarnos, para no ejercer el voto. Seguimos
como si no estuviera pasando nada, aislados más que nunca, quejándonos en el
supermercado por los precios y la escasez, haciendo cola para comprar la nevera
barata o en el arbolito que vamos a poner en navidad, o en el viaje a Miami que
ya me compré y qué me importan estas elecciones si de todas maneras hacen
trampa.
A veces me parece que
nosotros no queremos ganar, sino que alguien gane por nosotros, mientras
seguimos viendo el país por televisión, o peor aún, ahora sin televisión y casi
sin prensa, solo cadenas diarias en la mañana y en la noche. ¿Sabía usted,
señor lector, que mientras nosotros nos recostamos en el sofá con dolor de
cabeza o con el estómago en un puño, los del gobierno están moviendose a lo
largo y ancho del país para organizar la votación de sus adeptos? Pregúntese
usted qué está haciendo para colaborar. Para lograr democracia es necesario
ejercer la ciudadanía. No es que seamos perfectos, pero ya está bueno de
criticar para desmovilizar, hay que salir y protestar para cambiar las cosas,
hay que arreglar lo malo, hay que meter el hombro y seguir.
Si hacemos un recuento
de las elecciones anteriores, podemos ver que hemos crecido como oposición, no
solo en número sino en diversidad, tanto social como geográfica. Hemos
conseguido animar un voto joven que es muy importante. Crecer en estas
circunstancias, donde el miedo a perder el trabajo está en cada esquina, donde
las amenazas a la integridad física de los opositores son una realidad diaria, donde
la oposición tiene cada vez menos espacios en los medios de comunicación y muy
pocos recursos económicos, ha sido un triunfo importantísimo, es la certeza de
que en Venezuela todavía hay gente que cree en el país y en un futuro mejor.
Yo sí estoy cansada de
que la gente se queje de la oposición sin salir a votar…¿acaso este gobierno se
merece que le regalemos los espacios que nos ha costado quince años defender? Es
como comprar una casa a plazos y dejar de pagarla el último año, para que el
banco venga y se la quite, ¿usted haría eso con su casa, con su carro? ¿Por qué
lo va a hacer con su municipio o con su país? La cosa es muy sencilla.
Despertarse el domingo, bañarse, vestirse, desayunar y salir a votar. Y luego
en la tarde unirse a sus vecinos, o a su organización ciudadana y salir a
defender los votos. Así de fácil.
Caracas, 5 de diciembre de 2013 @aalvaray
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