Tuve la suerte de asistir esta semana a
la celebración de los 92 años de Pompeyo Márquez. Fue una reunión discreta,
cálida, donde estaban sus familiares y amigos cercanos, sus compañeros de lucha
y aquellos que han acompañado siempre, y quienes, como yo, somos admiradores y
seguidores de su ejemplo. Hubo discursos, felicitaciones, fotos viejas que
repasaban la vida de este político ejemplar.
Habló el Presidente del Colegio
Nacional de Periodistas, Tinedo Guía, quien anunció la creación de la “Cátedra
Libre Pompeyo Márquez Millán”, con el objetivo de promover la discusión en
torno a los temas relacionados con la libertad y los derechos de información,
de expresión y la Democracia, de cara a la sociedad venezolana en general. Fernando
Rodríguez leyó el editorial que había escrito ese día para TalCual, Eloy Torres
dibujó sus vivencias con Pompeyo, que lo hacen atribuirse el título de sobrino,
habló Miguel Henrique Otero, quien prestó la sala y Antonio Ledezma en su
investidura de Alcalde Mayor.
Pero lo mejor de la velada fue el
discurso de cierre: Pompeyo, en su silla de ruedas, un poco sordo, micrófono en
mano, preparado para hablar. Trastabillaba al enumerar nombres, al repasar los
discursos y al dar las gracias por la cátedra creada. Titubeaba al pronunciar
frases de agradecimiento, y cuando terminó con un clásico “en nombre de mis
hijos, mis sobrinos y yo les damos las gracias…” etc, etc, lo interrumpimos con
un aplauso. Pensamos que eso era todo, pero ¡Oh Sorpresa!, él paró los aplausos
y nos dijo: "Después de estas
palabras introductorias, quiero compartir con ustedes mi visión de lo que está
pasando en el país".
Allí se lanzó un discurso fluido,
perfectamente articulado sobre la situación actual y los caminos de lucha. Me
apresuré a sacar la pluma y tratar de tomar notas, era yo ahora la que
trastabillaba entre la emoción y la certeza del ejemplo que nos estaba dando. Seguidamente
transcribo mis apuntes terribles y créanme, toda incoherencia es mía, él estuvo
perfectamente lúcido y fluido cuando comenzó a hablar de política.
Palabras de Pompeyo en sus
92 años.
Se ha cerrado un ciclo histórico y estamos en una dictadura militar
civil. Yo he analizado la situación y he llegado a las siguientes conclusiones:
La primera es que no hay solución a la
crisis si no hay un cambio de gobierno. No hay otra salida. Tiene que haber un
gobierno de transición, esta dictadura tiene que darle pasó a la República Civil,
a la democracia, a un régimen de libertades. Actualmente hay una pugna
entre dos modelos: uno autoritario y uno de libertades y democracia. La idea de
un gobierno de transición es con el objetivo de convocar elecciones libres, que
puedan permitir que el país exprese políticamente su pensamiento, sin la
autocracia electoral que se ha creado a lo largo de estos años.
Mi segunda conclusión es que la crisis
económica se va a agudizar. No hay solución a la crisis económica sin un cambio
de modelo. Una economía productiva necesita inversiones que no están
llegando al país, sino que, todo lo contrario, se están yendo del país.
Finalmente está el problema de la
unidad. Quiero recoger la expresión de Ledezma: Ni nos dividimos ni nos
van a dividir. La Mesa de la Unidad debe presentarle al país una propuesta.
Venezuela es y será para siempre democrática, lo dice la constitución nacional
y la Mesa debe salir no solo a defenderlo, sino a promoverlo. La lucha es por
eso, por conquistar la República Civil, conquistar las libertades, y se deben
crear diversos espacios de lucha. Las sociedades no se plantean utopías, se
plantean resolver sus necesidades y Venezuela necesita democracia y libertad.
Que se cumpla la Constitución. Debemos unirnos en una misma dirección para
convocar al país a conquistar la democracia.
A sus 92 años, Pompeyo nos dio una
lección de lucidez y perseverancia, de coherencia y de valor.
¡Gracias Pompeyo!
Caracas, 30 de abril de 2014
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