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“Estos días azules y
este sol de la infancia…”
Antonio Machado
Cuando estaba viajando para verte, en
ese exilio nuestro que tiene mil cabezas, mil lugares, recordé este verso
último de Antonio Machado, que consiguieron en el bolsillo de su abrigo cuando
murió también en el exilio, allá en Colliure, y me vino la imagen de la primera
vez que canté Crepuscular:
El aire se ha dormido
Entre la sombra inclinada
Hacia el sur y sobre el suelo
Un zamuro volando se ha dormido
Parece que no vuela casi nada
Parece un roto en el azul del cielo
Sencilla y hermosa, esa canción
encierra mi primera comunión contigo, veo tus manos volar delicadamente con la
música, haciendo gestos casi imperceptibles a veces, para señalarnos el piano,
los matices, los cambios en el ritmo, en el color de las voces…
Este exilio que vivimos no nos ha
permitido unir nuestras voces como quisiéramos en homenaje, en despedida.
Afortunadamente, el amor tiene muchas formas, y en todas es la comunión de las
almas, la magia, la belleza del espíritu la que prevalece. Hoy buscamos mil
maneras para acompañarte: usando fotos, grabaciones viejas, mensajes en redes
sociales, videos. Cada quién puso una frase, una imagen para recordarte, para
sentirte cerca.
Te doy las gracias Raúl querido por
haber estado en mi vida. Te doy las gracias por haber iluminado las vidas de
tantas personas, por habernos enseñado la belleza de la música, por habernos
dado raíces y formar parte de ellas, te doy las gracias por darnos esos
momentos mágicos que se quedan para siempre con nosotros y nos recuerdan que la
vida es bella, que vale la pena vivirla a plenitud, que la felicidad existe,
que la hemos tocado, que la hemos sentido juntos, en comunión y ahora está
dentro de nosotros.
Vuela, Raúl, a ese confín hondo y sereno del azul…
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