Las palabras griegas, que nos han dado tantas raíces, nos prestan a kalós, bello; éidos, imagen; scopéo, observar; para formar el Kaleidoscopio que es cambio, imágenes dinámicas, diferentes, impresiones personales sobre el mundo.








sábado, 4 de mayo de 2013

Cuadernos o libros


¿No sabes tú que no es valentía la temeridad?
El Quijote (Cervantes, claro)


El 23 de abril es el Día Internacional del Libro. Se escogió ese día para conmemorar la rara coincidencia de la muerte de Cervantes y la de Shakespeare, el mismo día del mismo año; una coincidencia más bien literaria, pues ya sabemos que no sucedió realmente así.

En el mundo de habla hispana, se celebra el Día del Libro con grandes homenajes a Cervantes, pues gracias a él, nuestro mundo se hizo amable, frágil, verosímil. Cervantes nos dejó como herencia un Quijote que todavía vive, que nos muestra la tristeza y el ridículo, la esperanza y la belleza, la inocencia y la verdad de quien sueña; un Quijote que pelea con monstruos invencibles, aún sabiendo lo poderoso y aplastante que son.

Con la iglesia hemos topado, Sancho”, dice en uno de sus parlamentos más famosos al ayudante barrigón, para recordarnos que el poder está ahí, que nos aplasta y nos pone un muro que luce imposible de salvar.

Esa frase tan repetida fue lo que se me vino a la cabeza cuando vi la imagen de la presidenta del CNE negando la posibilidad de una auditoría completa y transparente. La señora niega el acceso a los cuadernos como en la Edad Media negaron el acceso a los libros, ahí está la fuente de la sabiduría, ahí está plasmado el saber, es por eso que los libros (y los cuadernos) los niegan, los esconden, hasta los queman. Y los monstruos poderosos se alzan en forma de molinos inexpugnables, de muros enormes que impiden el paso hacia un camino diferente.

Pero hay momentos en la historia en que esos muros se agrietan, pues somos tantos horadando, empujando, pidiendo justicia, que el muro se socaba y cruje.  Allí, señores, comienzan los perros a ladrar en señal de que avanzamos, Sancho. Los perros ladran y dicen que somos violentos, que el camino que buscamos no nos servirá de nada, que estamos fríos-fríos, como en el juego de la candelita.

Sin embargo sabemos que vamos bien, que no son molinos de viento lo que perseguimos, que esta vez nos acercamos a la verdad, casi la tocamos, la podemos sentir; los perros ladran y nosotros tenemos que mantenernos en ese camino, el mismo que sirvió para derribar otros muros, nos toca seguir, tener fe y saber leer los signos del camino, darle gracias a Cervantes por haber plasmado en un solo libro tantas historias y celebrar esta semana el día del libro, el día de la lectura, el día de los cuadernos, el día de las utopías y de los sueños.


Caracas, 30 de abril de 2013


jueves, 18 de abril de 2013

Hay que auditar el proceso



“La Red de Observación Electoral de la Asamblea de Educación NO avala el proceso electoral”. Así titulamos el comunicado que salió en rueda de prensa el martes 16 de abril, donde informamos nuestra posición técnica, al realizar la observación del proceso en todos los estados del país.

La Red de Observación es una organización ciudadana, que ha trabajado desde el año 2006 en la observación de todos los procesos electorales en Venezuela. Nos hemos entrenado y preparado como equipo técnico para hacer el seguimiento minucioso, objetivo y transparente del desarrollo de cada una de las etapas del proceso electoral, con apego a la normativa electoral venezolana.

En todas las elecciones ocurren altercados que pueden constituir violaciones al proceso, es por esto que se hace importante tener la capacidad de observar dentro de una muestra estadística, para poder proyectar y evaluar si se trata de un evento aislado o si es una tendencia que pudiera perturbar el proceso en alguna ciudad, estado o a nivel nacional. En ese sentido, en anteriores oportunidades hemos señalado fallas y problemas que se han resuelto de la mano con el CNE y que han resultado en mejoras al sistema en su conjunto.

En las elecciones del 14 de abril, nuestra red de observación reportó un elevado nivel de situaciones irregulares, que lamentablemente se identificaron como tendencias a nivel nacional. Las situaciones más graves fueron el “voto asistido” -que es cuando una persona vota por otras repetidas veces en la misma mesa- y  la presencia de grupos violentos que impidieron el acceso a testigos y observadores durante el proceso de verificación ciudadana.

El “voto asistido” ocurrió en casi el 5% de las mesas observadas, hubo casos donde la misma persona asistía hasta el 20% de los electores de la mesa, o donde no se registraba el nombre del acompañante e incluso en unos sitios se removió el paraban que resguarda el secreto del voto.

Luego, en el acto de cierre, se presentaron problemas para presenciar el proceso de verificación ciudadana en más del 6% de las mesas observadas. Aquí hubo situaciones de dos tipos: por una parte algunos miembros del Plan República o los mismos coordinadores de centro del CNE desconocieron el carácter público del proceso de verificación ciudadana, conminando al público, a los testigos y a los observadores, a salir del recinto sin poder presenciar el proceso. Por otra parte, lo más grave, fue la presencia de grupos violentos, en su mayoría motorizados armados, que se dedicaron a amedrentar a observadores y a testigos para que no pudieran ni siquiera entrar en los centros de votación.

La intimidación a los votantes, la violación de la normativa de acompañamiento y la presencia de grupos violentos son elementos que, dada la magnitud de su incidencia y lo estrecho del margen contabilizado entre uno y otro candidato, no solo perturbaron el proceso de votación sino que pudieran haber afectado los resultados de la misma.

Venezuela está en una posición muy difícil. Hace falta que las instituciones escuchen a sus ciudadanos y puedan garantizar la transparencia y confiabilidad del sistema electoral, para despejar las dudas y avanzar en nuestro camino democrático. 


 Caracas, 18 de abril de 2013




jueves, 11 de abril de 2013

Voces del exilio


Terminé de leer The Brief Wondrous Life of Oscar Wao (La breve y maravillosa vida de Oscar Wao), de Junot Díaz y me quedé con ese sabor que dejan los buenos libros –así como el buen café, o ese licor especial–, que nos hace evocar emociones, sentimientos, y sin darnos cuenta entramos en ese estado de ánimo que los brasileros describen como saudade

El libro cuenta una historia de la diáspora dominicana en el exilio, narrada usando el lenguaje coloquial en forma extraordinaria: reconocemos de inmediato el inglés que hablan los latinos, salpicado aquí y allá de frases en español, de estructuras y vuelos de nuestro idioma que ya no cuentan como errores, sino que forman parte de la voz narrativa. Oscar, un joven dominicano-americano, gordo, nerd, que nunca encajó en el colegio, que no tenía chicas (¿no es esa la maldición temprana de todos los nerds?), que decide ser escritor de novelas de ciencia ficción y se sienta diariamente a escribir páginas y páginas de su diario, o de la novela de turno, que nadie quiere leer ni publicar. Su hermana, que quiere ser alguien, que no se conforma con el destino predeterminado que le depara su raza, su origen, su escolaridad, se escapa de la casa en busca de fortuna. Su mamá, la inmigrante original, huye de la Republica Dominicana de Trujillo, una víctima más de sus abusos, de su odio, de su arbitrariedad y, como cientos de dominicanos, aterriza en el Bronx, donde trabaja día y noche para mantener a sus hijos que nacen en la tierra prometida.

La historia de Oscar ocurre en esa parte de Nueva York que está por detrás de las películas de Hollywood o de Woody Allen, en la zona latina del eje Nueva York-Nueva Jersey (Bronx, Washington Heights, Patterson, Union City), donde llegan primero portorriqueños, cubanos y dominicanos, y luego se puebla de colombianos, ecuatorianos, peruanos. Esos suburbios son parte de la cultura neoyorkina donde el inglés no es el idioma universal, sino el inglés “mal hablado”, hablado con acento latino, italiano, chino, o ruso, con giros de cada país. Junot Díaz nos recuerda que Nueva York sigue siendo una ciudad en ebullición, una ciudad de inmigrantes, formada por los tonos y la música del exilio, por la confluencia de culturas, donde el reto de la sobrevivencia y la promesa de un futuro mejor se encuentran en un caldo donde se cuece la esperanza de lograr cosas extraordinarias.

Pensar en esas migraciones masivas me llevó por supuesto a lo nuestro, a esos venezolanos entre los que están nuestros hermanos, nuestros hijos, nuestros seres queridos que ahora son inmigrantes alrededor del mundo. Nosotros, que fuimos un país donde la gente llegaba a quedarse, somos ahora un país que comienza a tener asentamientos en otras latitudes, que estamos criando a los hijos afuera, que tendremos nietos alemanes o gringos, españoles o australianos, ciudadanos canadienses, mexicanos, chilenos o franceses. La comunidad de venezolanos en el exilio ha comenzado a crecer y con ello la exportación de nuestras costumbres, la forma de comer y de condimentar, las risas y el humor, las expresiones y las malas palabras, la manera que tenemos de interpretar al mundo y de relacionarnos con la sociedad. Vamos a México, tierra de la harina de maíz, y conseguimos un anaquel completo de Harina Pan, vamos a Madrid y en cualquier bar hay ron venezolano, recorremos Londres o Chicago y conseguimos aunque sea una taguara donde hacen comida venezolana, junto a tapas mexicanas o colombianas.

La semana pasada asistí a una de las asambleas de venezolanos que se están organizando en el exterior. Me llamó la atención la juventud de los asistentes, su necesidad de seguir vinculados, atentos a lo que pasa, deseosos de que el país pueda cambiar. Esa necesidad de mantener el vínculo es quizá común a todos los exiliados, ser venezolano, o chileno, o portugués  o dominicano es lo que nos da estructura, es lo que nos permite definirnos como personas, al menos al principio, cuando todavía no sabemos cómo vamos a sobrevivir y necesitamos aferrarnos a lo nuestro, explorar nuestra historia y de esa manera darle sentido a ese presente extraño.

Así es como Junot Díaz resucita, a través de la vida de Oscar Wao, su vínculo con la República Dominicana, suya aún cuando él es dominicano de segunda generación, de la que se crió afuera, que pudiera pasar la página y olvidar sus raíces. Su historia es una historia de búsqueda del origen, de las razones del destierro, es aprender de la infamia del tirano y la promesa del presente, es tratar de mezclar todo en una paleta de colores con la que dibujar otro futuro.

En nuestro caso ese otro futuro comienza el próximo domingo. La comunidad de venezolanos en el exterior es parte de la Venezuela nueva, es la que crece y se educa afuera, la que aprende a negociar diferencias al convivir en otras culturas, la que aprende a hacer más con menos recursos y a valorar las cosas sencillas, la que aprende que ser venezolano no es solo comer arepas: hace falta trabajar duro para lograr las metas. El reto es ir a votar donde quiera que estemos inscritos, buscar otros votos que estén indecisos y contribuir a que también vayan, hacer escuchar las voces del exilio y unirlas a este país roto y fragmentado que tenemos, seguros de que estaremos ejerciendo el derecho a soñar algo mejor para todos.


# yosoyvenezolana

9 de abril de 2013

viernes, 15 de marzo de 2013

Fin de una era


¿Usted por aquí, cardenal? ¿Ustedes dos no son enemigos?'.
 'No, no somos enemigos.
Somos las dos orillas de un mismo río, la una frente a la otra. Lo que nos
une, ese río que pasa por la mitad de nosotros, es el Evangelio'

Ratzinger, antes de que fuera el papa Benedicto XVI


A raíz de la muerte del presidente he estado con una sensación de irrealidad, como si este escenario, tan posible, tan lógico, no iba a ocurrir nunca. Prendo la televisión y la pantalla muestra las largas colas para verlo en su féretro, vestido de militar, preparado para la eternidad. La gente pasa y lo llora, lo acaricia con la mirada, se da golpes en el pecho, se seca las lágrimas, le grita alguna consigna o sencillamente se contornea en un rictus de dolor. Siento tristeza por la gente que lo quiere, lo lloran como si fuera un verdadero hijo, un padre, un hermano…

Por supuesto que deja un vacío, no en vano él mismo se encargó de ser el omnipresente, de minimizar a las instituciones para tener la última voz en las decisiones, de gobernar a través de las cámaras de televisión, en un
Reality Show que lo acompañaba en sus viajes, en las reuniones de ministros, y sobre todo en las inauguraciones de las primeras piedras de industrias que luego no se construyeron, en las expropiaciones de edificios que ya eran del gobierno, pues lo importante es que saliera el líder mandando, ordenando a sus soldados como en una batalla.

Se murió el caudillo y ahora hay una pugna por el control del poder, saltan las costuras de las instituciones plegadas al mando oficial, tratan de tapar el hueco que dejó el líder, maquillan la Constitución para moldearla a los requerimientos de unos, en detrimento de la poca legalidad que nos queda. Se usa la emoción, el duelo para tapar los errores, las grandes fallas del gobierno.

En este ambiente, entre acusaciones de bando y bando, capeando discursos lleno de insultos y mentiras, vamos a celebrar unas elecciones presidenciales el 14 de abril. Estamos otra vez frente a una encrucijada y no puedo sino reflexionar sobre las grandes diferencias que las dos mitades de venezolanos tenemos en la percepción de los hechos, en la visión del mundo, en las expectativas sobre el futuro posible y en cómo podemos volver a tener chance de crecer como un solo país.

Uno de los cambios más difíciles es el cambio de liderazgo. Acostumbrados como estamos a un estilo personalista y arbitrario, debemos movernos hacia un liderazgo de equipos, con instituciones fuertes, con verdaderos espacios de discusión, de negociación sobre qué hacer, qué construir, qué queremos como país, donde se aprecie la diversidad como valor y no como traición a los ideales, donde se tenga como prioridad indispensable la reducción real de la pobreza. Ese cambio también tiene que ver con nosotros mismos, pues nos toca aprender a convivir con las diferencias y asumir nuestra responsabilidad en la creación de la sociedad que queremos.

En una entrevista publicada por El Tiempo, el profesor Guillermo Escobar nos cuenta que Ratzinger tenía graves diferencias con Juan Pablo II, pero ambos lograron no solo coexistir, sino hacer cosas juntos en beneficio de la iglesia, pues se visualizaban como las dos orillas de un mismo río, las dos alas de un mismo pájaro. En Venezuela, somos dos mitades de venezolanos que vivimos en el mismo país, que tenemos la misma historia, que queremos sentir que vamos progresando, que decimos que queremos la paz, pero nuestro liderazgo insiste en acentuar divisiones y no hemos logrado ni siquiera conversar civilizadamente unos con otros.

Estamos ante el fin de una era. La transición es difícil, dolorosa, llena de obstáculos. Pero también llena de oportunidades. Reconocer al otro con respeto es el primer paso para lograr avanzar hacia un futuro diferente.

14 de marzo de 2013


Enlace:

domingo, 3 de marzo de 2013

Hay que ser Paciente…


Clínica privada 1, Sala de espera para RX y Ecosonogramas,

6 am cualquier día.  Gente sentada en las poquísimas sillas de plástico. Gente parada apoyada en la pared, o sentada en el pasillo.

Paciente tiene el número 45. “Pero no se vaya porque si lo llaman y no está pierde el turno”, dice la recepcionista, mirando en su celular algún mensaje.

Gente entra a preguntar y se devuelve, otros buscan café en alguna máquina. Gente viene del interior, con almohadas y sacos de dormir.
 
Comenzarán a atender a las 7 am, si los técnicos llegan a tiempo, si el metro no se para, si las máquinas funcionan, si ya consiguieron los repuestos, si…


Clínica privada 2, operación planificada.

7 am día de la operación. Paciente entra caminando al consultorio del médico. No hay nadie. Va a Administración, su nombre no aparece, no hay habitaciones disponibles. “Tiene que esperar que el doctor llegue, está en una tranca en la autopista”.

10:30 am. Paciente está con suerte, le dieron la habitación. Paciente es manipulado por enfermera de turno, limpia y afeita con desgano su cuerpo semidesnudo, cubierto por una batica azul que siempre se abre.

“Menos mal que vino esta, porque ahora no vienen, ni llaman siquiera, como no las podemos botar…”, le dijeron en administración. 

12 pm. Paciente entra al quirófano. El doctor tuvo que operar a otro de emergencia, pero ya es su turno. Lo duermen.

4 pm. Paciente despierta en el cuarto. Tiene una vía puesta y una bolsa de suero gotea una parte hacia la vena y otra hacia el piso, donde hay un pozo. Paciente señala el estropicio, enfermera lo mira indiferente, como si fuera normal: “Son bolsas chinas, vienen defectuosas”.


Clínica privada 3, Paciente en post-operatorio.

11 pm. Cónyuge de Paciente llama a enfermera por el intercomunicador.
–Señora, mi marido tiene dolor, ¿no se le puede dar algo?
–Ay señora, déjeme ver la historia.

11:30 pm Cónyuge vuelve a tocar el timbre
–¿Qué pasó, no hay ni un ibuprofeno, no se, Voltarén, algo?
–Ya lo mandamos a pedir, señora, pero ahora hay que esperar que venga del depósito.
–¿Pero eso no lo tienen aquí en el piso? Si es de uso diario.
–Ahora el reglamento es otro, señora, la ley 54321 dice que todos los medicamentos sin excepción tienen que manejarse en forma centralizada.

1 am.
–¿Sara? (hija de Paciente atiende con voz de sueño)
–¿Qué pasó?
–Sara mi amor, anda a buscarle a tu papá un Voltarén que aquí no se lo terminan de traer y se muere del dolor.

Paciente busca remedios, cualquier día.

Farmacia 1: no hay
Farmacia 2: no hay
Farmacia 3: no hay
En el Seguro Social dijeron que había: no hay
Farmacia 7: Tenemos una cajita, pero de genérico
Farmacia 14:
–Señora, se lo consigo en Colombia, pero cuesta un poco más (tres veces, diez veces)
–¿Y quién lo trae?

Paciente de reposo en su casa

Paciente toma el control de la televisión y busca algún canal que le de información sobre el otro Paciente, ese que tiene todo parado, que mantiene al país en continuidad administrativa. Busca canales nacionales, noticias de España, de Atlanta, de La Habana. Nadie dice nada. Entra una cadena:

…porque los empresarios golpistas…culpables…acaparadores…

Paciente apaga la cadena, apaga la marcha, apaga las caras de triunfo, apaga los gritos de victoria, de felicidad por lo que estamos construyendo como país.

Hay que ser paciente…


Caracas, 28 de febrero de 2013


martes, 19 de febrero de 2013

San Valentín revaluado


En esta época de devaluaciones, bien merece la pena hablar también de cosas que se pueden revaluar. El día de San Valentín, por ejemplo. Siempre he pensado que es uno de esos días creados para que la gente gaste en cosas innecesarias. Le tengo alergia a los corazones y a las tarjetas con flechitas de cupido, a los avisos titilantes con escarcha y a los festejos obligados, que supuestamente deben cumplirse cuando queremos a alguien, cuando estamos enamorados.

Esta semana, sin embargo, aprovechando mi estadía en Nueva York, salí ese día al concierto de una de mis cantantes preferidas: Jennifer Holliday. Jennifer es cuasi desconocida, comenzó su carrera como cantante en un coro góspel y de ahí saltó a Broadway para estrenar la primera versión del musical Dream Girls. Después de cuatro años seguidos con el rol de Effie, la fama lograda quizá demasiado temprano le cobró factura; a lo mejor no entendió el mundo de la farándula, lo cierto es que salió por la puerta de atrás de los camerinos con su vida personal destrozada, la salud delicada y la carrera tambaleando. Se perdió por años, sin saber muy bien cómo seguir adelante, intentando por momentos volver a los escenarios, pero sin rumbo, sin una estrategia.

Ahora, veintitantos años después, Jennifer vuelve a abrir las puertas de la música con su voz maravillosa, de la mano de un linaje de divas como Billy Holliday, Ela Fitzgerald, Sara Vaughan, Aretha Franklin, Diane Rievees y Whitney Houston. Nos regaló, con motivo del día de San Valentín, un concierto con las mejores canciones de amor en tiempo de Jazz y Blues. Sonaron entre otras My Funny Valentine, I am love, Come rain, come shine, Night in Tunisia y su gran versión de And I Am telling you, la que le valió un Grammy y su fama.

Todavía hoy, cuando escribo esta nota, resuenan las canciones, su sonrisa y sus lágrimas; su voz gruesa, flexible, entraba por cualquier resquicio y nos elevaba, nos mareaba, nos hacía volver una y otra vez al laberinto de las emociones, para salir tocado por la magia de la música bien interpretada, que nos llena, que nos hace vibrar y sentir que la vida vale la pena.


17 de febrero de 2013

viernes, 8 de febrero de 2013

Fe de vida


El mes de enero tiene sus rutinas incorporadas, eso de hacer el balance, los planes para el año que comienza, los exámenes de control, arranque de presupuestos y cierre de años fiscales. Para muchos, es también el momento de presentar la fe de vida, un requisito insalvable para los que están jubilados y reciben algún tipo de pensión.

Esa fe de vida, que para algunos es solo entrar en una oficina, saludar a las secretarias y quizá llevarles algún recuerdito, pasar al mesón donde está el cuaderno y firmar, para otros puede ser un via crucis. Sé de profesores que han tenido que ir aún cuando en ese momento estaban hospitalizados, con tapaboca y enfermera al lado, para firmar el cuaderno, con el objeto de no faltar a los plazos. No firmar es siempre un costo mayor, es entrar en una burocracia más allá de la institución que te otorga la pensión, caer en las garras del Estado que niega tu existencia aún cuando seas tú mismo quien te presentas a hacer todos los trámites.

Hay sin embargo una fe de vida que nadie pide, pero que se está tragando nuestra sociedad en una espera tensa, en un impasse que es aprovechado por el gobierno de continuismo para seguir con sus desmanes.

Hay un trámite que cumplir y que el gobierno no ha cumplido, está en falta. ¿Será mucho pedir que de el ejemplo? ¿Qué se cumpla con la ley? ¿Que no se comporten como los secuestradores de las FARC cuando niegan pruebas de vida del secuestrado a sus familiares? ¿Será que nosotros como sociedad no tenemos derecho a saber dónde estamos parados? ¿Será que vamos a quedarnos de brazos cruzados esperando, a ver hasta dónde estiran la cuerda antes de que se rompa?


7 de febrero de 2013