Las palabras griegas, que nos han dado tantas raíces, nos prestan a kalós, bello; éidos, imagen; scopéo, observar; para formar el Kaleidoscopio que es cambio, imágenes dinámicas, diferentes, impresiones personales sobre el mundo.








lunes, 8 de marzo de 2010

El desarraigo imposible


Ítaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella el camino no hubieras emprendido.
Mas ninguna otra cosa puede darte.

Aunque pobre la encuentres, no te engañará Ítaca.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
comprendes ya qué significan las Ítacas.

(fragmento) Constantino Kavafis

Robo el título de uno de los artículos del reciente ganador del premio Arturo Uslar Pietri de novela, Eduardo Sánchez Rugeles. Eduardo es uno de los miles de jóvenes que han hecho sus maletas y se han ido del país, buscando otras oportunidades, o sencillamente huyendo de la inseguridad, del alto costo de la vida ─que se multiplica para un joven recién graduado─, de la falta de perspectivas.

La diferencia es que Eduardo es un exiliado desde hace ya mucho tiempo. Porque hace ya mucho tiempo que quería ser escritor. Porque los escritores se van aislando, van tomando perspectiva, para poder escribir sobre lo que más sienten. En ese sentido, aprender a escribir es una suerte de exilio. Es un viaje al centro de los recuerdos, de las memorias, una exploración existencial, hacia lo que soy, o lo que quiero ser, o lo que quiero decir. Y en ese viaje muchos se pierden, se deprimen, regresan abatidos, derrotados, o lo que es peor, mudos, sin poder expresar sus ideas. En esa frontera con el abismo, se quedan algunos alcoholizados, narcotizados, evadiendo en el fondo enfrentarse con esa nada que los envuelve.

Eduardo, en cambio, ha logrado salir airoso de su búsqueda primera, con el éxito que solo da el trabajo, la perseverancia y el saber que ese es el camino pasional, y que vale la pena arriesgarse a seguirlo. Su novela, Blue Label/Etiqueta Azul, ganó la primera edición del premio literario Arturo Uslar Pietri, concursando con otras cien entradas de catorce países, de escritores con más experiencia quizá, con obras publicadas.

Y ha llegado de regreso a la orilla de su exilio, aceptando sus raíces, hablándole a sus alumnos como lo hace Kavafis en su poema, como si Ulises le soplara al oído a un nuevo viajante a través del tiempo:
“En estos años he podido conocer el mundo y el mundo, la verdad, no ha logrado seducirme. Todo se ve mejor en las postales. Cuando atraviesas una calle cualquiera te das cuenta de que todo se parece. Es bueno viajar, Felipe, viaja, camina, agarra un mapa y lárgate a recorrer lugares extraños. En cualquier lugar verás lo mismo: gente. Y el venezolano, a fin de cuentas, maldito o no, no es más que gente.”

No somos más que gente. Gente que ama a su país, que sufre, que le duele lo que pasa. Y que se llena de orgullo cuando un joven triunfa en el exilio. Porque la gente de Ítaca necesita esas buenas noticias, que renuevan la esperanza.

5 de marzo de 2010

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