Las palabras griegas, que nos han dado tantas raíces, nos prestan a kalós, bello; éidos, imagen; scopéo, observar; para formar el Kaleidoscopio que es cambio, imágenes dinámicas, diferentes, impresiones personales sobre el mundo.








lunes, 8 de marzo de 2010

Geografía del desastre

Una de las cosas que más impacta al llegar de un viaje, corto o largo, es el proceso acelerado de marginalización del país. No son solo los ranchos, que están creciendo hasta en El Ávila, sino la basura, la falta de luz, de agua, de servicios hospitalarios adecuados, los vagos en la calle, los huecos, los escombros, en fin, un nivel de deterioro impresionante en todo sentido. Lo peor es la sensación de normalidad con la que todos vivimos ese proceso, la forma que nos movemos entre los robos y la inmundicia, y la desidia para cambiar lo que está sucediendo.


En estas navidades fui a Barinas, y el día que llegué había un corte de luz, cotidiano por demás, que duró esa vez unas tres horas. Durante ese período no solo no había electricidad, sino que, lo que es peor, no había agua tampoco, pues el bombeo se detiene. Solo el que conozca Barinas, o Puerto Ordaz, o por supuesto Maracaibo, puede saber el impacto de lo que eso significa. Los chorros de sudor comienzan a caer y el sopor no deja pensar ni hacer. Mis tías, ya acostumbradas al evento, se quejaban resignadas. Si fuera como lo que pasó antes en otros países, al menos le decían a la gente cuando le iban a cortar la luz y por cuanto tiempo, pero aquí no se planifica nada, decían.


El 24 de diciembre a las doce de la noche me quedé con el cuchillo eléctrico en la mano, a un tris de comenzar a picar el pernil. La luz se fue en ese preciso momento, por casi una hora. Parecía un chiste. Una forma de burlarse de la gente que estaba celebrando en familia. Y eso que es en Barinas, me dicen mis amigos cuando cuento la historia.


Ir a la playa no fue nada diferente. Sitios que solían estar cuidados por brigadas de limpieza son ahora rincones de acumulación de basura. En la carretera del Henry Pittier, antes tan bien mantenida y pintada, proliferan los huecos y la falta de señalización. Y la cantidad de personas en la calle cuidando puestos de lotería, o sencillamente de vagos, sin hacer nada. Porque ya nadie quiere trabajar, me dice el vigilante de la urbanización, quien está buscando un reemplazo del turno hace dos meses y no consigue a nadie. Todos están mantenidos por el gobierno a través de las famosas misiones, pero nadie hace nada, doña. A este pueblo se lo llevó el diablo. Aquí están robando en todas partes, nadie respeta nada, las drogas corren y no hay quien pare a los malandros, se queja.


En Cantaura se murió el hijo de un amigo nuestro, no tanto por el accidente de tránsito, causado esquivando los huecos de la carretera, sino porque cuando lo llevaron al hospital no había luz, ni agua, ni médicos cerca, y nadie lo pudo socorrer para trasladarlo a otro sitio y evitar así que muriera desangrado.


Donde quiera que vayamos en esta geografía nuestra, se ven las huellas de la desidia, de la descomposición social. No hay paisaje bonito que no tenga cicatrices de indolencia, de abandono. Me pregunto qué tipo de acciones podemos emprender para poder cambiar este proceso. Cómo podemos organizarnos para verdaderamente lograr detener este deterioro.
Por supuesto, tenemos unas elecciones que están a la vuelta de la esquina, que son importantísimas. Pero esto va mas allá de las elecciones, es un problema de actitud de todos. Y mientras no cambiemos nuestra actitud, y exijamos nuestros derechos, no solo individualmente, como dignamente lo está haciendo la familia Brito, por ejemplo, sino en colectivo, usando como voceros a las organizaciones de las comunidades, a los gremios, a los colegios profesionales, aquí no va a haber cambio posible.


Caracas, 7 de enero de 2010.

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